Teniamos un clasico.... (Almagro vs Estudiantes 1998)

De clásico sólo tuvo el barrio.

Como viejos vecinos, Almagro y Estudiantes se agredieron poco. Además están muy apretados por el descenso y por eso miraron la igualdad con buenos ojos.

La pasión que genera el fútbol generalmente se ve sobredimensionada cuando se juega un clásico. Pero esa pasión a veces aparece sólo en las tribunas. El ejemplo más claro fue el devaluado clásico que jugaron Estudiantes y Almagro, porque el colorido -pocos hinchas, pero eficientes a la hora de alentar- de la populares contrastó con la mediocridad que se vio dentro de la cancha, donde los dos demostraron claramente que deben mejorar muchísimo si quieren alejarse de la lucha por el descenso. Es más, ni uno ni otro podrá poner como excusa la presión, el estado de la cancha o la falta de trabajo: empataron porque dejaron en los vestuarios el buen juego y la actitud ganadora.

Imiten a Caiafa. Con el regreso de Rodolfo Motta a Estudiantes, la ilusión de revertir la comprometida situación creció en Caseros. Sin embargo, ayer quedó demostrado que el DT deberá ajustar varias clavijas si pretende que su equipo levante vuelo. La principal falencia del Pincha es la carencia de ideas para generar jugadas de riesgo en el arco contrario. Por eso, la fantasía que aportó Gabriel Caiafa en el primer tiempo contra Almagro fue como un trago de agua en medio del desierto para todos los que fueron a ver el clásico. Aunque no hubo mucho tiempo para disfrutar de las sutilezas del ex delantero de Argentinos, porque en el segundo tiempo se contagió del resto y aportó poco. Eso sí, en favor del Pincha vale destacar el orden defensivo, algo habitual a lo largo de su historia.

Obviamente, el equipo de Motta no fue el único responsable del aburrimiento general. Del otro lado estaba Almagro, en donde el técnico Jorge Higuaín sigue sin poder combinar las condiciones de jugadores como Parodi, Sallaberry y Trapasso. En este marco, la sumatoria de presencias físicas y ausencias futbolísticas derivó en un empate que durmió hasta al más entusiasta y seguramente encendió el estado de alerta tanto en Motta como en Higuaín.

Publicado en el Diario Deportivo OLE, el 30 de septiembre de 1998.